Más de mil palabras

Wherever you will go

El calor esta noche y aquí es sofocante. El miedo parece esconderse en cualquier rincón oscuro y me ataca en cuanto bajo las defensas.
El dolor, el ridículo, el futuro o el error, todos se me presentan a la vez a una fiesta a la que han asisitido por un bromista pesado llamado cobardía.
Ahí están, en mi puerta esperando un recibimiento no tan adusto. Y yo con cara de imbécil sin saber qué decir, deseando meterme en la cama, cerrar los ojos y despertar de la pesadilla más bochornosa que nunca tuve y que yo mismo me impuse. Una pesadilla tan bochornosa como esta noche, pegada a la piel, fundiéndote con las sábanas, el colchón, el suelo...
Hoy no hablo de amor sino de vergüenza.
Ya se fueron las horas, las conversaciones. Ya vaciamos con ansia el pequeño vaso de las experiencias y de la espera. Confundimos el abuso y el desahogo, la esperanza y el sinsentido.
Y la esperanza dejó de ser la espera de lo imposible. Se acabó vivir con Alicia en su país de las maravillas. Que se vaya el conejo que yo perdí las ganas de saltar detrás de nadie. Ya no voy a lanzarme a ningún agujero sin fondo. Porque soy yo o nadie, porque nadie nunca fue una persona aunque cegara al cíclope, porque fui yo el que quiso taparse los ojos y soñar para vivir. A partir de ahora sobreviviré viviendo y soñaré sólo de noche para poder levantarme al siguiente día, y así seguirá todo, hasta ser capaz de disfrutar de Alicia, su mundo y sus saltos de nuevo, no solo...