Hay cuatro velas en mi ventana, apenas puedo ver.
Es tarde y el sueño se esconde en letras y tinta.
Tres de la mañana y una herida abierta,
la suya, la de siempre. Mi caparazón
hecho añicos junto a la mochila;
Mis sueños ordenados por categorías
en una estantería sin libros.
Soy sólo nada, ruidosa nada.