Aquí estoy y no precisamente con ganas de escribir, ni de comer, ni de hacer nada...somos tan débiles ante situaciones tan cotidianas que asusta. Podemos ser fuertes al enfrentarnos a las cosas realmente importantes, las que más deberían dolernos, pero a la hora de luchar contra algo que podríamos capear con facilidad nos hundimos sin remedio.
No hago más que darle vueltas a la cabeza, buscando una explicación a este corazón inútil que parece buscar aquello que más daño le hace, que parece elegir sin permiso la opción equivocada, un corazón masoquista que se da el tiempo necesario para olvidar antes de volver a darse...
Llevo dos días con el estómago listo para hacer un puchero, nudos, tendones y músculos tirantes, la cabeza me da vueltas y los ojos se me deshacen en lágrimas hipócritas acumuladas mucho tiempo atrás...ya no sé ni quién lee esto ni si servirá de algo...hace tanto que la gente dejó de conocerme...
Date un respiro, Curro, que esto no puede ser bueno. Venga palante ya.
Besitos