Hace tanto de esos días en que llorar era gratificante, que sabías el por qué y el cuándo, pero estabas más cómodo sentado viéndote envejecer por tonto.
Ahora vuelvo a mirar atrás en los ojos de un chiquillo q no llora, que prefiere
mirar lejos y sin compromiso, que quiere pero no quiere...
Hoy me veo envejecido por la cobardía con la que viví esos años,
porque ahora me lanzo donde no hay red para darme cuenta de que todos,
a nuestra manera, siempre miramos para el lado que no es, como avestruces que entierran para no saber...
Sigo buscando esos ojos verdes, esa sonrisa, ese miedo a comprometerse que acrecienta con mis ganas de que esté aquí.
Todo depende de nuestras decisiones, no hay destino.
Yo ya decidí y ahora temo su respuesta.
Al final, siempre vivimos con miedo en el cuerpo...