Ya no cierra los ojos
por temor a ver
lo que el corazón le cuenta.
Ya llegó a cuarenta
por primera vez
sin romper sus votos.
Usa el miedo como excusa
pues a nadie le interesa
si es artista o es dehesa
de una verdad difusa.
Así el caballero llora,
seco el pozo de su honor,
que no existe más error
que el que en su corazón mora.