No vengáis. No llaméis.
No riais. No me habléis.
¿Escucharme o
perdonarme?
Escupidme e
ingoradme.
O sabéis lo que tendréis...
Tú, que tanto dices y callas.
Tú, que nunca pierdes batallas.
Tú, que sólo a ti contaminas,
niegas al sol que ilumina,
porque no tienes agallas.