Cae sobre nuestra familia una terrible maldición.
Cuenta la leyenda que uno de nuestros ancestros (no diré por parte de quién, para que no haya represalias más adelante), caminaba junto al río mientras tiraba piedras al agua.
En uno de esos saltos de rana, la roca fue a parar al rostro de una lavandera que se encontraba plácidamente lavando la ropa.
La muchacha, sorprendida, no salía de su asombro al ver al hombre que la golpeó comenzar a reír escandalosamente mientras la señalaba con el dedo.
La rabia subía poco a poco a su rostro, indignada al no recibir ayuda por parte de su agresor.
Nuestro protagonista no se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo, pero todo paró de repente cuando unas gotas de sangre cayeron de la frente de la lavandera a la tela y al agua fría.
Su expresión cambió repentinamente, y sin dejar de mirarle a los ojos le dijo:
- Desde el día de hoy, quedas maldito y mil veces maldito. No habrá nadie ni en ti ni en tus hijos, ni en los hijos de tus hijos, que duerma tranquilo los días de lavar ni tampoco de guardar.
Recuerda bien lo que te digo, pues por esto que me has hecho, sufrirás!
Y con las mismas, desapareció.
Es por eso y no por otra cosa que en mi familia poner una lavadora no es cualquier cosa, es todo un riesgo y un sinvivir hasta que la vemos tendida, sequita y lista para poner...
Llevo toda una vida de castings
sin pasar del papel de "amigo".
Esta noche tuve un sueño.
Me besabas y eras feliz.
Como digo,
esta noche tuve un sueño.
No lloro por ti,
lo hago por la despedida
a un sentimiento jamás encontrado.
No llevo mal la soledad.
Lo jodido es estar solo
cuando hay alguien con quien quieres estar.
No me debes nada,
y por tanto nada exijo.
Pero si de mí dependiera
a ti te elijo.
Ojalá tuviera el valor de preguntar.
Ojalá tuvieras el valor de responder a lo que no pregunto.
Para cuando se invente el tatuaje cerebral
que me grabe a hierro según que cosas,
tengo ya la primera idea, en negrita y grande:
"El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional"
No es mi dignidad quien me preocupa,
es el "yo" que gane y pierda.
Haré como dijiste, blanca luna,
y seguiré mis instintos.
Cerraré las compuertas, luna blanca,
para no herir a extintos
amores abortados, blanca luna,
por la edad y los kilos.
Ríense de mí los hados,
y no es por falta de razón.
De las mentiras piadosas rey,
aunque sólo a mí mismo miento.
Vuelvo a los diecinueve
con once años de más,
y todavía no he decidido
si me jode o me gusta a rabiar.
Porque me conoces me dices,
porque te conozco pregunto,
Enamorado del amor, ¿yo?
Eso me temo... ¡Renuncio!
Todos tenemos manías que llevamos con orgullo. Yo también tengo las mías, como sorber las pompas que forma la leche fría antes de meter el vaso en el microondas para poder quitar la nata sin problema después o como pensar en ti cada día al levantarme y antes de irme a dormir.
Los que forma mi mandíbula,
los que me impiden alcanzarte,
porque más vale que lo asuma
que soy un hombre de rasgos marcados.
Puede ser que ya no seas.
Puede ser que te perdí.
Puede ser que tantas cosas
como besos y derrotas,
me hagan por fin feliz.
Peco a veces de obviedad.
Pido claros sobre oscuros.
Y es que a mi no tierna edad
sigo queriendo encontrar
lo que en mis sueños dibujo.