Preparen cinturones y aprieten sus alitas,
tú habla con el resto que yo me iré a leer.
Países diferentes, destinos parecidos,
lejanos o vecinos, nos iremos a ver.
Que no eres capaz de escribir tu nombre
por si aquella que ya sabes entrara y te leyera.
Que eres cobarde hasta para insultar
ocultando tu alegría callejera.
Pues si tanta felicidad como dices que tienes
de verdad guiara tu vida de primeras
no se explicaría que entraras aquí siempre
a insultar y demostrar tu bajeza.
Y si es verdad que no cambié en todos esos años
más contento que yo estoy de mi rareza,
de mis amigos, mis familiares, de las verdades,
y ya sin ti, ni tu locura, ni tus lindezas...
Pues no me importa a quién se lo haces,
porque tanto duele a mí, a ti como a otros.
Bebes, danzas, te autoestruyes
en tu balanza de alcohol y besos.
Disfruta el tiempo y la compañía,
y mira un poco, mírate dentro,
que elementales son tus carencias...
Maté ayer un mosquito
sobre mi pared morada.
Maté al grillo maldito
de mi ventana ignorada.
Y que te den Tirorito,
que ya no me debes nada.
MODO DE EMPLEO:
Elegir a cualquier indeseable, miniaturizarlo y colocar su nombre en diminutivo en la zona de letras en negrita.
Disfrutar de mandar a freír espárragos al indeseable en cuestión pero de forma veraniega y colorista.
Llorar porque no se llora
no contradice ni es tontería.
Pues estos dos ojos tuyos
y una cerveza tardía
sin derramar ni una gota
llenan sudor y agua fría.
Soñaron palabras, categorías,
mis sordos oídos, mi mente cansada,
al verte en un ser reflejado
que de ti nada abarcaba.
El sexo reconvertido, no un tema de filigranas
ni un diablo con piel de chivo
y fieras barbas.
Ausencia y amor benditos,
peligros de madrugada.
Te he visto y si no me visto
con telas, cuerda y lianas.
Levantinos amarillos
de certezas olvidadas.
Vino él, vino el viento,
el sopor y una almorrana.
Qué molesto calvo ingrato
se pasea por mi costa.
De no haber roto ni un plato
la careta y una costra.
Duerme bien, panarria cordobesa,
y tiñe de rojo las playas maltesas.